2024/03/07

Peldaños de escalera

Son numerosas las hipótesis vinculadas a la violencia de género. Aparte del ciclo de la violencia de género, nos encontramos con la escalera de la violencia de género. En cuyos peldaños se suceden una serie de acontecimientos entrelazados con la violencia que sufren las mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. Desde la sutileza del primer peldaño, desde el control, registrar tu teléfono móvil hasta los golpes que duelen y no duelen, que no marcan, hasta la agresión sexual y el asesinato. La longitud de los escalones varía en cada caso, y estamos durante años en el primer peldaño y en cuestión de segundos estamos peldaños más arriba. 

Escribo con desdén sobre esta escalera, porque arrojaría con mis propias manos uno a uno los peldaños. Ni un paso más en la escalera, ni un paso más dentro de este ciclo con continuidad. Y por eso, quiero mostrar mi más solemne indignación con estos versos:

Peldaños de escalera

Cada escalón o peldaño,

un paso atrás,

un paso  dentro.


Hoy una mirada,

mañana un empujón.

Pasado mi teléfono,

más tarde el cinturón.


Cada escalón o peldaño,

un paso atrás,

un paso dentro.


Hoy me dices que me quieres,

mañana me arrasas la piel.

Pasado mi minifalda

más tarde el control.


Cada escalón o peldaño,

un paso atrás,

un paso dentro.


De mientras,

música de fondo:

sin ti no soy nada,

mala mujé, mala mujé.


Y se acabaron los peldaños.

No más pasos hacia atrás,

ni más pasos hacia dentro.

 

Por Cristina Benítez Ramírez, de 2º Integración Social

Ay mamá, mamá, mamá

Fue tal el revuelo que marcó "Ay, mamá" de Rigoberta Bandini. Esa canción convertida en himno dedicada a todas nuestras madres. Ellas, que han estado ahí desde la fecundación hasta el parto y la lactancia. Ellas, que siempre tienen caldo en la nevera y que pararían cualquier guerra. Ellas, que les gustaría pero no pueden enseñar el pecho al estilo de La Croix. Ellas, tan arraigadas a nosotros, a sus hijas e hijos, ellas, valientes o no que nos perdonarían por ser tan engreídas. Ellas, las madres, que harían cualquier cosa por la humanidad y la belleza.

De esta canción hecha himno, sacamos diversas reflexiones. Un himno para todas, para las madres, para las que no son madres, para todas. Porque no hay feminismo sin madres, ni madres sin feminismo. Por las madres, por las no madres, por todas.

Y por todas, he aquí un poema como homenaje y tributo a Rigoberta y sus letras:


No sólo dan miedo nuestras tetas


Querida Rigoberta Bandini,

no sólo dan miedo nuestras tetas.

Dan miedo nuestros gritos,

dan miedo nuestras protestas.

De tu himno,

fervientes guerreras.

Nuestras voces no les causa furor sino miedo.

Nuestras canciones no se atreven a entonar.

Ni sus letras se atreven a cantar.

Ni su ritmo se atreven a bailar.

No sólo dan miedo nuestras tetas.

Les da miedo esta humanidad y esta belleza.

De tu canción convertida en himno,

surgirán todas nuestras protestas

y fervientes guerreras.

Ay Rigoberta,

no pudimos sacar el pecho al estilo de La Croix.

Ni acabar con tanta guerra

pese al caldo en nuestras neveras.

Pero de tu himno: 

fervientes guerreras.

Sacando o no el pecho afuera.

A compás:

de una gran y violeta protesta.


Por Cristina Benítez Ramírez, 2º de Integración Social

De Musas a Artistas

Siempre hemos sido las musas de escritores e intrépidos poetas. Siempre hemos sido la causa de tantos suspiros y noches en vela. Desde Bécquer hasta Espronceda, hemos sido las damiselas y protagonistas de sus anhelos y tormentas. 

Pero lanzo una pregunta, ¿hasta cuándo?

No queremos ser sólo musas. Ni inspiración ni mero objeto de deseo. Queremos tener voz porque no somos más bellas cuando callamos ni más bellas por permanecer en silencio. 

Queremos ser artistas. Poetisas, escritoras, cantantes, actrices... De Musas a Artistas, de la inspiración a la creación, protagonistas de nuestras obras, de nuestras propias vidas.

Porque no hay que ser un Lorca o Alberti para expresar en versos lo que ocurre en nuestras entrañas, en nuestras raíces.

Y como no somos un Lorca o Alberti pero sí una Antonia, Marta o Claudia, he aquí unos versos a modo de protesta ante tantas, tantas, tantas, desigualdades en nombre del patriarcado:

 

De nuestras caídas, hermosas violetas


De nuestras caídas, hermosas violetas.

Que abrazan la tierra,

que arrasan las piedras,

las dunas, las hiedras.

 

Hermosas violetas,

de raíz arrancadas.

Sesgadas, cortadas,

de raíz arrancadas.

 

Violetas tildadas de carmín,

bizarro paisaje, violenta imagen.

De la metáfora a la agresión,

tinieblas de acompañante.

 

Una mujer, una violeta,

cada mujer

cada violeta,

de raíz arrancadas.

 

Bizarro paisaje,

violenta imagen.

De la metáfora a la agresión,

tinieblas: de acompañante.

 

De nuestras hermosas caídas,

Violetas, hermosas violetas,

que abrazan la tierra,

que arrasan las piedras.

 

Por Cristina Benítez Ramírez, 2º de Integración Social